El árbol de Diana

martes, junio 23, 2009

San Juan

Pues ayer me tropecé y me hice daño en un pie. Iba con las chanclas y una calle con el asfalto menos liso que he visto en mi vida me ha hecho una herida en el dedo gordo del pie. Me cuesta caminar bien y me duele :( Pero me da lo mismo... yo hoy me voy de verbena!

Hay un dicho que dice "En la noche de San Juan, no quedan en casa ni los perros." A mi no me hacen mucha gracia los petardos pero hoy no hay quien me meta en casa, porque llevo ya más o menos un mes que no me junto con los amigos hasta las mil. El plan es ir a la playa... Ninguna novedad ya que el San Juan pasado también estuvimos allí, como toda Barcelona por otra parte.

En San Juan es dificil encontrar un hueco en la playa para acomodarte. La fiesta se alarga hasta que amanece... Algunos se bañan, aunque yo hace ya unos años que no me baño en esta noche. Hoy voy a meter al menos los piecillos, para ver si con el agua del mar se me cura la herida antes. Así que nada, unas copas, ambiente playero y a ver dónde acaba la noche mágica de San Juan.

jueves, junio 11, 2009

Los amorosos

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.
Jaime Sabines
*Se puede escuchar la lectura por el mismo Jaime Sabines en http://www.youtube.com/watch?v=03y6w9I4GMI